Un modelo pedagógico es un sistema de principios teóricos que representan, explican y guían la construcción e implementación del currículo y se materializa en las prácticas pedagógicas y en las interacciones entre docente – estudiante en el proceso enseñanza-aprendizaje.


Dentro de estos principios que guían la construcción e implementación del currículo, y que se pueden llegar a materializar en las prácticas pedagógicas podemos enunciar: la filosofía y valores que sustentan cada institución escolar, los fundamentos filosóficos y pedagógicos, y las teorías de aprendizaje que sustentan el quehacer educativo en términos de responder ¿Qué enseñar?, ¿A quién enseñar? ¿Cómo enseñar? ¿Qué y cómo evaluar? ¿Para qué enseñar? Porlán (1983).


En el intento por responder a estas preguntas subyacen elementos de orden: antropológico (concepción de ser humano que se busca formar), axiológico (principios morales, éticos y estéticos que orientan la formación), sociológico (tipo de sociedad que se busca transformar), epistemológico (concepciones filosóficas y psicológicas que dan cuenta por los procesos de aprendizajes y de conocimiento), y pedagógico (Iafrancesco, 2003). Esto último, en consonancia con los procesos metodológicos, didácticos y evaluativos.


Todos estos elementos constituyen la estructura de un modelo pedagógico, que en últimas tiene como objetivo responder qué tipo de hombre formar y para qué tipo de sociedad. Por tanto, siguiendo a De Zubiría (2007) el problema esencial de toda educación es resolver el interrogante en torno al tipo de hombre y de sociedad que se quiere contribuir a formar, y para ello, existen diversos modelos pedagógicos en el que se apoya el elemento antropológico, y en el que, dependiendo del modelo, sustenta una particular visión de sujeto y de sociedad anhelada.


En este sentido se puede afirmar que no existen las pedagogías o modelos pedagógicos neutros ya que el quehacer educativo necesariamente presupone una determinada concepción de hombre y de sociedad. En esta dirección elegir un modelo pedagógico dentro de una institución educativa también presupone una intencionalidad del por qué la elección de un modelo pedagógico en particular, y aquí la filosofía institucional, los intereses de la comunidad educativa, el contexto en que se enmarca esta misma, y atendiendo a los desafíos del mundo actual, entran en juego para su elección.


Es así, que la Institución Educativa Sagrados Corazones teniendo en cuenta estos presupuestos, ha adoptado por el modelo pedagógico socio-critico; sustentando especialmente desde las pedagogías críticas latinoamericanas (Freire, Zemelman, y Quintar), que giran en torno a la idea de formar sujetos críticos y comprometidos en la transformación de su realidad, a través de un proceso de enseñanza/aprendizaje dialógico y dialéctico (donde se pone en tensión la teoría y la práctica en un ejercicio reflexivo permanente) por parte de docentes y estudiantes, convirtiéndose el conocimiento en una fuente de liberación (Freire, 1989).


Y, dentro de este proceso el estudiante es considerado un sujeto activo, propositivo y partícipe de su propio proceso de formación acorde a sus intereses, conocimientos previos y necesidades. Postulados que van en consonancia con los principios constructivas y las teorías de aprendizaje desde Piaget, Vygotsky, Ausubel, y Brunner, y por otra parte, con la filosofía institucional enmarcada en la propuesta Salesiana, que concibe la educación de la estudiante corazonista desde una perspectiva humanista integral, orientando su crecimiento personal autónomo, responsable y trascendente y al servicio de la comunidad y/o la sociedad.


Estos distintos elementos cobran sentido cuando se articula igualmente, con el desarrollo de competencias desde un saber pensar (aprendiendo a reflexionar y comprendiendo lo que conocemos desde lo disciplinar y el mundo de la vida), saber ser (aprendiendo en valores para el bienestar personal y colectivo), saber convivir (aprendiendo a convivir con otros), saber (aprendiendo desde el conocimiento disciplinar de las asignaturas), saber hacer (poniendo en práctica lo disciplinar y lo que sabemos en los distintos contextos en los que nos desenvolvemos) y saber trascender (aprendiendo a reflexionar de manera crítica empoderándose de acciones individuales y comunitarias para transformar el entorno).

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